¿Quiénes eran los Narcojuniors?

La tercera temporada de Narcos: México introduce a los narcojuniors, un grupo de jóvenes, hijos de familias adineradas, que se integraron al Cártel de Tijuana simplemente por la emoción de pertenecer a una organización criminal.

El grupo de los narcojuniors apareció en los 90, bajo el mando de Ramón “El Mon” Arellano Félix. El sacerdote Salvador Cisneros, párroco de la Iglesia María Estrella del Mar en Tijuana en esa época, declaró a Los Angeles Times que El Mon veía a los jóvenes ricos como “aliados estratégicos vitales”, ya que su riqueza muchas veces implicaba que tenían la ciudadanía estadounidense y residencias en ambos lados de la frontera.

"Los veinteañeros pueden entrar en Estados Unidos y mezclarse en su sociedad con una facilidad tremenda. Eso los hace muy útiles", dijo Cisneros. "Cualquiera que pueda entrar fácilmente en Estados Unidos puede ganar $15,000 dólares en unas pocas horas. Eso es una tremenda tentación para alguien de su edad. Se convierten fácilmente en herramientas del narcotráfico".

De acuerdo con la periodista Gretchen Smail, el modus operandi de El Mon consistía en hacer grandes fiestas con invitados de prestigio, como los hijos de familias de la alta sociedad de Tijuana, en las que les regalaba todo tipo de droga, como cocaína y marihuana, para volverlos adictos y empujarlos a “hacer lo que fuera” con tal de conseguir más de la sustancia. Por ejemplo, invitarlos a vender drogas en sus escuelas o lugares de trabajo para así consolidar una cadena de adicción.

Dentro de este grupo se encontraba el Kitty Páez, quien es interpretado por Bad Bunny en esta temporada. Si quieres saber más de este personaje consulta nuestro blog anterior. Otros de los narcojuniors más conocidos de la época fueron Emilio Valdez Mainero, hijo de un guardia presidencial; Alfredo"El Lobo" Hodoyan Palacios, hijo de un importante empresario de Tijuana; Eduardo León, los hermanos Endir y Henain Meza Castaños; Gustavo Miranda Santa Cruz y Fabián Martínez.

Alfredo Hodoyan Palacios era ciudadano estadounidense de nacimiento y había estudiado en una escuela católica en San Diego por lo que podía pasar droga fácilmente en la frontera sin levantar sospechas. De Fabián Martínez, se decía que era un chico tímido, al que su padre tenía que organizarle partidos de béisbol para que jugara con otros niños, pero la PGR lo acusó de 12 asesinatos que incluían el de un fotógrafo en Tijuana, un traficante rival junto a su esposa e hijo y un policía federal al que le disparó 30 veces.

Según Los Angeles Times, Hodoyan dijo que Ramón Arellano se “daba a conocer” entre todos los jóvenes, "todos los viernes y sábados por la noche estaba en la discoteca o en una fiesta. Siempre pagaba las bebidas de todos. Era fiestero. Solía conducir con la música a todo volumen". Según The Guardian, Ramón Arellano “se paseaba por las calles de Tijuana en un Porsche rojo, vestido de forma llamativa con una chaqueta de visón y pesadas joyas de oro. Su estilo arrogante se convirtió en un imán para los aburridos hijos de los ricos de la ciudad.”

Bajo la dirección de Ramón Arellano, los narcojuniors llevaron a cabo crímenes atroces y se volvieron famosos por sus tácticas de tortura y mutilación. "En mis 17 años en este trabajo, nunca he visto un grupo más violento", dijo el oficial de la DEA Don Thornhill a The Guardian. "Mataban a la gente que no cooperaba. Mataban a la gente que no pagaba una cuota o un peaje. Mataban a gente que no era necesariamente desleal con ellos. Los mataban para dar ejemplo".

De acuerdo con el periodista Jesús Balcornelas, “los Arellano Félix se hicieron famosos por los jóvenes que tenían a su lado como un escudo protector… estos jóvenes, debido a la posición de riqueza y poder que los unía a los Arellano, se convirtieron en intocables para cualquier asesinato que quisieran cometer".

Seis de estos narcojuniors fueron arrestados, entre ellos estaba El Lobo Hodoyan y El Kitty Páez. Muchos medios señalan que el Cártel de Tijuana asesinó al resto de los narcojuniors por miedo a que declararan en su contra.

Aunque el poder del Cártel de Tijuana disminuyó tras la muerte de Ramón Arellano y la detención de su hermano Benjamín en 2002, su táctica de reclutamiento de jóvenes ha tenido efectos devastadores y duraderos en la guerra contra las drogas en México. En 2009, Reuters informó que había un número creciente de adolescentes de clase media y alta que eran reclutados para la vida del cártel, a menudo atraídos por las fiestas y la promesa de una dura reputación. Eduardo de 17 años, narcojunior de clase media, declaró a Reuters: "somos muchos y recibimos 300 dólares por cada asesinato. Era dinero fácil".

El abogado penalista Guillermo López asegura que los cárteles empezaron a utilizar a los niños porque, aunque cometan un asesinato, el tiempo máximo que pueden cumplir es de cinco años en los tribunales de México. "Estos niños son mano de obra barata que no puede ser encarcelada".

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